La pintura de Ricardo Vásquez Navas (YURICA) tiene un plan definido: entretejer e iluminar. Sin duda, la herencia más inconfundible que le dejaron más de veinte años de su quehacer en las calles en Colombia y en el mundo. Una experiencia irreversible que le ha permitido resolver ese dilema confuso que es la autenticidad propia: el artista ha logrado destacarse al ser reconocible en la materia de sus creaciones. Yurica es Yurica en el detalle y la distancia. 

 

ESQUIRLAS es una prueba fehaciente de identidad. En esta ocasión, el artista presenta sus obras más recientes creadas en el tramo sinuoso de los días de pandemia. Encerrado, por lo general en las noches, en su estrecho pero acogedor taller del barrio La Macarena, Vásquez exploró una conocida fórmula: la flexibilidad del color impulsada por las derivas emocionales de nuestros tiempos. Nervio y trazo: esquirla.

 

Cada pieza de esta exhibición relata un momento próximo o remoto que reposa en la memoria  emocional de Vásquez. Algunas de las obras son imágenes concretas que parecen despedazadas por el color y otras evocan elementos de la naturaleza. También se pueden encontrar representaciones más cercanas al graffiti y su ferocidad; que a su vez se emparientan con otras piezas que simulan vértigo y gravedad. ESQUIRLAS sirve al artista, y al público, como una suerte de anatomía invisible.

 

 Bienvenidos a un ejercicio de sentires saturados y senderos de color que bastan para reconocer el talento y convicción del artista en su insospechado y sugestivo camino de enfrentarse a sí mismo. La pugna entre una acción creadora egoísta y caprichosa, y los rumbos involuntarios y riesgos inminentes que encarna la expresión liberadora.